Este juego tiene raíces anglosajonas y nórdicas, donde es habitual tener Casitas para Niños en los jardines de las casas. De ahí, que se conozcan los beneficios de esta actividad, principalmente en el desarrollo físico, afectivo, social y también cognitivo.
¿Quién no ha jugado a ser mayor en las Casitas para Niños? Este inocente juego potencia grandes capacidades intelectuales de los niños, que además alimentan su autoestima y felicidad. En primer lugar, relacionarse a través del juego de las Casitas para Niños potencia las relaciones sociales, pues participan conjuntamente y se da el trabajo en equipo, la resolución de conflictos y la toma de decisiones. Así, las Casitas para Niños engloban todas las virtudes de los juegos en grupo:
– Cuando juegan en grupo, aprenden que existen normas de conducta que deben seguir para poder llegar a buen fin.
– Estimulan el desarrollo físico, pues se involucran en acciones no pasivas, que evolucionan y se modifican con el transcurso de la actividad.
– Promueve la creatividad y el desarrollo del potencial social de los niños, que aprenden a transmitir sus ideas para que sean comprendidas para otros.
– Se identifican entre ellos, ya que encuentran comportamientos u opiniones en sus amigos que ellos también poseen, por lo que pueden reconocerse a ellos mismos en sus compañeros.
– Comprueban su propia capacidad de diálogo y de cooperación cuando intentan que una actividad se desarrolle correctamente, viéndose obligados a llegar a acuerdos y a negociar.
– Practican su capacidad organizativa durante los preparativos del propio juego, que muchas veces resultan ser los momentos más fructíferos para la sociabilidad y el desarrollo lingüístico.
– Aprenden a relacionarse en democracia, pues exponen sus ideas, las valoran, practican su empatía, toman decisiones y resuelven los posibles conflictos surgidos.
Sus beneficios son indiscutibles y engloban muchas áreas cognitivas, emocionales y sociales. Por otro lado, es importante destacar que, cuando los niños de 2 a 7 años se involucran en las actividades lúdicas propias de las Casitas para Niños, tienden a asumir ciertos roles de forma simbólica. El niño representa un nuevo papel en su nuevo espacio, repitiendo los esquemas mentales de aquello vivido. Así, probablemente se convertirá en padre, madre, hijo o hermano en este nuevo hogar lúdico.
Con su rol recién estrenado, el niño se verá capaz de reinventarse: Expondrá sus creencias, afrontará sus miedos y creará nuevos pensamientos. Así, se demostrará qué es lo que más le interesa de su entorno, dándose cuenta de sus sentimientos y opiniones con plena implicación en esta motivadora actividad.
En este nuevo entorno, el niño será capaz de construir una mini-sociedad con sus amigos, repartiéndose responsabilidades imaginarias de forma semiconsciente. Para ellos, todo ello supondrá una gran diversión, y para los psicólogos, es una forma de aprender jugando y de adoptar nuevos compromisos, aunque sean ficticios.
Pero sobretodo, los juegos y actividades que se viven durante la infancia en las Casitas para Niños son un recuerdo vital de gran riqueza emocional y cognitiva que probablemente nunca olvidará.